Hoy concluimos nuestros 21 días de ayuno y oración, con la esperanza de que este tiempo haya despertado una revelación más profunda sobre el propósito eterno de Dios: Su plan de redención, y el deseo de hacer reposar Su Presencia en nuestra vida y en nuestras iglesias. Hemos observado cómo nuestras iglesias pueden convertirse en moradas donde Dios se siente bienvenidos y, a su vez, hemos sido llamados a preparar Su regreso.

Este último devocional se centra en un aspecto de la Gran Comisión que, aunque poco enfatizado, está siendo restaurado en nuestros corazones: la Gran Comisión como expresión ferviente del deseo de ver a nuestro Salvador regresar. Mateo 24:14 nos recuerda que el evangelio del reino debe ser proclamado a todas las naciones antes de que venga el fin. La Gran Comisión es más que una orden; es una oportunidad para participar activamente en el cumplimiento del plan eterno de Dios.

Nuestro amor por Jesús debe reflejarse en un anhelo profundo por Su regreso. Este anhelo nos impulsa a vivir con propósito, sabiendo que nuestras acciones avanzan el reino de Dios y aceleran Su regreso. En 1 Pedro 3:11-12, somos llamados no solo a esperar, sino a apresurar la venida del Señor. Este impulso nos anima a vivir vidas santas, activas y llenas de expectativa, mientras trabajamos con fervor para cumplir la misión dada por Él.

Lucas 10:2 nos reta a ser obreros en el campo del Señor, ayudando a fortalecer a la iglesia y expandiendo el reino de Dios. Como iglesia, debemos restaurar nuestra identidad, como la novia preparada para su esposo, esperando Su regreso con un cántico unísono: “Ven, Señor Jesús.” Esto incluye el llamado a orar por la restauración de Israel, como vimos en el devocional anterior, y cumplir la misión de predicar el evangelio hasta los confines de la tierra.

A medida que participamos en la Gran Comisión, estamos contribuyendo al cumplimiento del plan de Dios para la restauración de toda la creación. Cada paso que tomamos para expandir Su reino es una proclamación activa de nuestro deseo por ver Su regreso.

Que nuestra pasión por Su regreso impulse cada palabra y acción, convirtiendo nuestras iglesias en moradas de Su Presencia. Si la construimos, Él la habitará.