La gran comisión es el latido del corazón del Evangelio. No es una actividad adicional o secundaria de la Iglesia, sino la esencia misma de lo que significa ser un seguidor de Cristo. Nuestra razón de ser no es solo reunirnos, sino salir y compartir las buenas nuevas de salvación en Cristo.

La Gran Comisión representa un mandato fundamental a todos los creyentes a involucrarse en el plan de Dios de alcanzar a los perdidos. (Mateo 28:19-20). Este pasaje subraya varios aspectos del corazón de Dios.

El amor de Dios por los perdidos. Juan 3:16 dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna“. Este versículo muestra el profundo amor de Dios, quien sacrificó a su Hijo para salvar a los perdidos.

¿Estamos buscando a los perdidos? ¿Caminamos entre ellos, sacrificando nuestra comodidad para rescatarlos? Todo empieza con el amor. Dios lo muestra al entregar a su Hijo. No podemos comprometernos sin amar, ni amar a los perdidos sin comprender el amor de Dios hacia ellos.

Romanos 5:8 dice: “Dios demuestra su amor por nosotros en que, cuando aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros”. Dios se entrega por los perdidos. Para amar como Él, debemos caminar junto a los pecadores y entregarnos para verlos restaurados.

El deseo de Dios de que todos encuentren la salvación en Cristo. Esto se refleja en 2 Pedro 3:9: “El Señor no retarda su promesa, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos se arrepientan“. Su paciencia y amor ofrecen a todos la oportunidad de acercarse a Él.

Pedro se refiere al retorno de Cristo cuando menciona “la promesa“. No es que se esté posponiendo deliberadamente, sino que aún hay personas perdidas que deben ser encontradas. Nuestro anhelo por el regreso de Cristo debe estar en equilibrio con nuestra predicación del Evangelio.

El deseo de Dios es que todos se arrepientan y regresen a Él. Jesucristo fue la manifestación visible de este propósito de Dios, y nosotros actuaremos como los instrumentos que Él utilizará para guiar a muchos hacia la salvación.

Es parte del esfuerzo que la iglesia realiza en preparación para el día de Su encuentro con el Salvador. La comprensión del regreso de Cristo obtenida en nuestra intimidad debe impulsarnos a buscar a los perdidos

La señal más relevante de los últimos tiempos no son las guerras, enfermedades o terremotos, sino que el Evangelio del Reino será predicado en todas las naciones y entonces vendrá el fin. El testimonio personal es una herramienta poderosa para evangelizar. No se necesita un gran conocimiento bíblico ni una predicación fuerte; nuestra vida es el mensaje más impactante.